Cada vez tenemos más variedades de pan disponibles en las panadería y supermercados. En ocasiones puede resultar abrumante que se nos presenten tantas opciones, así que hoy hemos decidido hacer un repaso a los panes para que sepas bien lo que estás comprando.
El pan consta de 3 ingredientes básicos a los que se le pueden añadir un centenar más: harina, agua y sal. Es rico en hidratos de carbono, contiene también proteínas, vitaminas del grupo B y fibra. Se ha asociado en los últimos años con obesidad y sobrepeso, pero como veremos más adelante, no hace falta "quitarnos" el pan si queremos perder algún kilito.
Pan blanco
Es el más habitual y lo conocemos todos: barra, baguette, rústica, gallega, etc. Se elabora con harinas refinadas en las que se ha eliminado la cáscara del grano, con lo que se pierde gran cantidad de fibra, minerales y vitaminas.
Con la gran variedad de panes disponibles, no encuentro ninguna razón por la elegir este pan. Nos proporciona las mismas calorías que otras opciones, pero no nos sacia ni nos nutre tanto.
Pan integral
Aquí hay que andarse con ojo, especialmente si estamos comprando pan de molde. Cuando compramos algo integral, no queremos que le hayan añadido un poco de salvado; lo que nos interesa es que se hayan elaborado con harinas integrales (es decir, que si miramos la lista de ingredientes, éste sea el primero). El pan con salvado tendrá más fibra que el pan blanco, pero todavía no tan bueno como un pan integral.
Si compramos el pan en la panadería, podemos preguntar al panadero que tipo de harina usa: si es refinada + salvado - NO NO; pero si es integral (mínimo 70-80%) nos lo podemos llevar.
No debemos olvidar que las guías alimentarias más actuales (como la pirámide australiana) ya no conciben el consumo de productos que no sean integrales (arroz, pasta, pan).
Pan de masa madre
La masa madre es el resultado de fermentar agua y harina, sin ningún tipo de levadura añadida. Es una forma de fermentación tradicional con la que se elaboraba el pan antiguamente. Se puede hacer en casa y, aunque no lo hemos intentado, en Directos al Paladar, aseguran que es fácil (aquí el enlace a la receta). En teoría tiene más sabor que otros panes y mejor digestibilidad. Este pan también reduce el pico de glucosa tras su consumo y mejora la bio-availabilidad de los nutrientes presentes en el pan (1). Se realiza con harinas integrales, así que es tan buena opción como el anterior (siempre que, como ya hemos dicho, sea integral de verdad).
Pan de centeno
Cuando lo vemos en la panadería nos gusta ¿verdad? Tan marroncito, tan tieso, un pan tan oscuro tiene que ser bueno para el cuerpo ¿a que sí?. Pues sí. Es algo menos esponjoso que el pan integral, pero tiene un contenido similar de fibra. Si nos gusta el sabor, podemos tomarlo tranquilamente.
Pan de semillas
Ojo que aquí también puede haber truco. Esos panes con las semillas espolvoreadas por encima, que casi nos hacen sentirnos más sanotes con solo mirarlos, puede tenerlas simplemente de adorno. Sí, incluso ese pan de 7 cereales y semillas. Si no está hecho con harina integral, no lo debemos llevar, porque nos están engañando. Así que una vez más, o preguntamos al panadero o nos leemos la etiqueta si está envasado. Si lleva harina de trigo (80%), agua, salvado de trigo(3%), semillas de lino (2%), semillas de amapola (1%), centeno (1%), avena (1%), etc, mejor no nos lo llevamos.
El mundo del pan está lleno de obstáculos, así que hay que estar con ojo avizor.
Pan de salvado
Aunque lo he mencionado antes, vale la pena reiterar. Aquí tenemos otro pan que hace que suene la alarma. Este pan está elaborado generalmente con harinas refinadas (las del pan blanco) a las que posteriormente se las ha añadido la cáscara del grano. Su contenido en fibra y calidad es mucho menor que el pan integral verdadero y como no estamos añadiendo el grano entero, el pan carece de germen, que es la parte más rica en vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales.
Pan de pipas de girasol
Es una de las novedades del mercado. Es un pan muy jugoso, con el sabor característico de las pipas de girasol. Éstas le proporcionan un mayor contenido calórico (casi el doble que el pan blanco), pero también mayor cantidad de grasas buenas, que juegan un papel importante en la prevención de enfermedades cardiovasculares. Este pan, si es integral, también tendrá un aporte de fibra significativo, que como los otros panes integrales, ayuda a regular el tránsito intestinal.
Pan sin sal
Sabemos que el nombre lo dice todo, pero queremos aclarar que si tienes la tensión alta, esta sería la opción más recomendable para tí. Por supuesto, si además encuentras pan sin sal integral, mejor que mejor.
Conclusión
El pan de por sí no engorda; lo que sí que debemos hacer es pensar con qué lo vamos a tomar. No es lo mismo tomarnos una tostada de pan blanco con mantequilla y azúcar que una tostada integral con aceite de oliva virgen extra y tomate o con aguacate. La segunda nos va a saciar más (debido a la fibra, como ya hemos dicho) y va mejorar el contenido nutricional de nuestra dieta aportando grasas insaturadas, vitaminas y minerales.
Como siempre recomendamos en nuestra consulta, el pan es un hidrato de carbono muy completo que puede formar parte de nuestra dieta habitual y de todas nuestras comidas. Una rebanada de pan tostado similar a un Iphone, por poner un ejemplo, aporta unas 60kcal y puede estar tranquilamente incluida en desayuno, comida y cena.
Si quieres saber más sobre dieta equilibrada, escríbenos info@gabinetederueda.es
Referencias
1. Beatriz Bot, Hugo Sánchez, María de la Torre, Carlos Osella. Mother dough in bread making. Journal of Food and Nutrition Sciences2014; 2(2): 24-29