Cuando el sistema
inmunitario está activado nuestro cuerpo se convierte en un campo de batalla
entre las células inmunitarias y el invasor. La respuesta inflamatoria es iniciada
por nuestro cuerpo y a menudo nos sentimos mal, muy mal.
Normalmente
cuando el ofensor ha sido eliminado, ej. un virus, nos encontramos mejor. Sin
embargo, hay ocasiones en las que lo que sea que estuviera activando nuestro
sistema inmunitario se queda en nuestro cuerpo y se produce un estado de
inflamación crónica. En este estado no sólo nos sentimos fatal, sino que
además, este estado de inflamación crónica ha sido vinculado con enfermedades cardíacas,
renales, cáncer y Alzhéimer.
Hay varias causas
de inflamación crónica: a menudo es debido a una infección que ha persistido en
el cuerpo y que el sistema inmunitario no ha podido eliminar y sigue luchando
contra ella. Heridas que no se han curado también son causas frecuentes: los
patógenos pueden entrar a través de una herida abierta por lo que el sistema
inmunitario está en un estado de activación continua.
Sin embargo, hay
causas no infecciosas de inflamación crónica, como tumores o enfermedades
autoinmunes. Recientemente la obesidad también ha sido vinculada
con la inflamación crónica.
En principio
parece muy raro, ¿cómo puede activar al sistema inmunitario la grasa de nuestro
cuerpo? La realidad es que han descubierto que la grasa que rodea los órganos
(los adipocitos viscerales) también puede secretar citoquinas proinflamatorias como TNF-α e IL-6. Las
citoquinas son proteínas que funcionan como mensajeros entre las células.
Cuando tienes una infección, las células inmunitarias secretan las citoquinas
proinflamatorias que arrancan la respuesta inflamatoria. Pero ahora parece que
no sólo las células inmunitarias pueden activar esta respuesta.
No está claro por qué esas células arrancan la respuesta inflamatoria, pero
ha sido sugerido que el aumento de los ácidos grasos libres y lípidos que son
vinculados con la obesidad provocan una respuesta de estrés que quizá sea la responsable.
Sin embargo, este estado de inflamación crónica nos da una explicación sobre
el enlace entre la obesidad y diabetes tipo II. Las citoquinas TNF-α y IL-6 inician una cascada en la que al final inhiben la función de los
receptores de la insulina, lo que produce resistencia a la insulina y
finalmente diabetes tipo II.
Ya sabemos que las consecuencias de la
obesidad son muy graves, pero ahora es posible que las consecuencias sean más
graves de que pensábamos. En el mundo
desarrollado la obesidad ya es el mayor problema de salud pública y no podemos
malgastar más tiempo en luchar contra ella.
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Reference
Owen J, Punt J, Stranford S, Jones P. Kuby Immunology. Seventh ed: MacMillan Higher Education; 2013.