A todos se nos ha hecho la boca agua viendo como meten una pizza en un horno de leña y notar como se empieza a derretir el queso, o al ver caer el chocolate sobre las fresas en una fuente de chocolate.
¿Y cómo podemos hacer que esto juegue a nuestro favor?
Muy sencillo, haciendo que nuestra comida sea atractiva, colorida, cuidar los platos, cubiertos, vasos, donde comemos y qué hacemos mientras comemos.
No es lo mismo tomar una ensalada verde en un bol feo, mientras vemos la tele, de pie, en la cocina, que buscar un plato bonito, combinar varios sabores y texturas en la ensalada y sentarnos en la mesa, con un salvamanteles o un mantel y concentrarnos en los sabores que estamos experimentando.
Aunque no tengamos tiempo, combinar diferentes tipos de lechuga, morada, verde oscuro, verde claro, con un color que contraste, para que nos parezca menos aburrida y monótona.
Ser conscientes de ser
cada bocado y de cómo nos estamos llenando para ser capaces de
controlar las cantidades y no pasarnos (ni quedarnos con hambre). No
debemos acabar de comer porque nos hayamos comido todo lo que contenía
nuestro plato, si no cuando sentimos que estamos satisfechos, ni estar
llenos hasta reventar o incómodos.
Incluso
cuando estemos comiendo solos, hacer nuestra comida atractiva solo nos
lelvará unos minutos más y es una buena práctica para volver a apreciar
la comida cuando solemos ir con prisas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario