Existen cientos de aditivos y aquí la OCU nos ha elaborado un resumen de cada uno de ellos y sus niveles de toxicidad/seguridad. El artículo está fenomenal y merece la pena leerlo.
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Los potencialmente peligrosos no los encontramos en el producto final aunque sí pueden utilizarse en los procesos de fabricación de los productos: tenemos los disfenilo E-230 a E-232, E-239 Hexametilentetramina y E-240 Formaldehído
Los que nos interesan hoy son los productos que han clasificado como F (dudas respecto a su toxicidad) y especialmente el E-249 a 252 (nitritos) y el E-407 (carragenatos).
Los nitritos se utilizan como conservantes en la carne, ya que inhiben el crecimiento de la Clostridium botulinum, bacteria que produce la toxina botulínica y también para darle ese color rojo característico a la carne. Sin embargo su consumo se ha relacionado con la producción de nitrosaminas, una sustancia cancerígena y en bebés está relacionado con asfixia ya que interfiere en el transporte de oxígeno en la sangre (por eso tampoco se recomiendan las espinacas ni las acelgas en bebés).
Estudios realizados por las autoridades sanitarias de Estados Unidos a finales de los años 1970 demostraron que el empleo de nitrito de sodio como aditivo alimentario provoca cáncer en animales de laboratorio y por consiguiente podría ser cancerígeno en seres humanos (1). Su empleo debe ser regulado ya que el exceso produce en los alimentos un conjunto de reacciones en cadena con las aminas y metilaminas de los músculos que acaba con la formación de nitrosaminas (agentes cancerígenos) (2).
Los encontramos en carnes procesadas y curadas como el jamón cocido o serrano.
Los carragenanos son un tipo de aditivo que se emplea como estabilizante y se obtiene a partir de un alga. Su uso está permitido en la Unión Europea con un matiz: no usar en niños menores de 3 meses. Algunos estudios en animales han encontrado enfermedades como colitis, úlcera; la producción de alergias, ralentización del crecimiento, disminución de la absorción de minerales esenciales y favorecimiento de la producción de tumores (1). En 2001 la doctora a doctora Joanne K. Tobacman revisó la evidencia disponible sobre los carragenanos concluyendo que tanto en la forma degradada como no degradada el carragenano se asocia con la aparición de ulceraciones y masas de tejido anormales (neoplasmas) y lanzó una petición a la FDA en 2008 para que se prohibiera. Sin embargo, la FDA decidió que se necesitaban estudios en humanos para llegar a esa conclusión. Siempre hay un truco: proporcionar una sustancia cancerígena a un grupo de voluntario no es ético, por lo que un ensayo clínico con personas es imposible.
La cantidad hace el veneno, es decir, evitar los carragenanos en nuestro día a día es casi imposible, están demasiado extendidos, pero consumiendo menos cantidades de productos procesados reduciremos nuestro consumo diario en proporciones enormes.
Y no, de vez en cuando, tomar un yogur con carragenanos no nos va a hacer daño (o eso parece), pero no sería mejor hacer nuestros propios yogures, donde controlamos lo que metemos?
Encontramos este aditivo en productos como mermelada, gelatina, queso, nata, batidos de leche, bebidas vegetales como la de coco de la foto y helado.
Conclusión:
Como siempre, mirar las etiquetas. No tomar productos procesados todos los días, especialmente productos que contengan estos dos aditivos.
Si tu dieta contiene principalmente frutas, verduras y legumbres frescas ya lo estás evitando.
www.gabinetederueda.es
1. R. Plank, (2004), El empleo del frío en la industria de la alimentación, Editorial Reverte, Madrid, pág. 262
2. Tratado de nutrición, Ediciones Díaz de Santos, pág. 532
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